
La Imagen, junto al Liderazgo, es la especialización que mejor define nuestra formación y actividad profesional. Toda nuestra filosofía, textos y campo de trabajo están orientados al desarrollo personal y organizacional a través de la comunicación, lo que finalmente deriva en una mejor percepción por parte del entorno, es decir, en una imagen pública positiva.
Con este texto, pretendo crear una introducción para los futuros artículos que introduzca dentro de la categoría ‘Imagen’ (a la derecha del blog).
Con este texto, pretendo crear una introducción para los futuros artículos que introduzca dentro de la categoría ‘Imagen’ (a la derecha del blog).
Imagen es percepción, y se escapa de nuestro control directo, pues depende únicamente de la creación mental que otros sujetos elaboren en su cerebro, algo en lo que influyen varios factores. No podemos, por tanto, controlar nuestra imagen, pero sí trabajar otros aspectos que conducen a su formación en el público al que llegamos, de una manera u otra.
Entre dichos aspectos, destaca la IDENTIDAD, factor que sí depende de nosotros mismos, y que mucha gente confunde con el concepto de ‘imagen’, o lo utiliza como sinónimo. La forma de hablar, la ideología que transmitimos a los demás, la ropa que nos ponemos, nuestro peinado, nuestro estilo de vida..., todo ello es identidad, y somos nosotros quienes la creamos.
La Imagen es la idea que la proyección de la identidad genera en nuestros receptores, es el resultado de un proceso comunicativo en el que intervienen numerosos estímulos, en su mayoría emitidos por nosotros mismos, de forma consciente o inconsciente.
La consecución de una Imagen positiva, de un resultado favorable, pasa por el desarrollo de una identidad coherente, lo que nos lleva a su vez a explorar fuentes de información más profundas; una introspección que nos ayudará a conocernos mejor, y construir en base a esa realidad.
Sólo así es posible provocar una Imagen favorable consistente y permanente, que venza a los inevitables flujos de información negativa que tratarán de opacarla, y que sirva de antesala al desarrollo del verdadero liderazgo, el que se produce de forma espontánea, y no forzada o impuesta.
Entre dichos aspectos, destaca la IDENTIDAD, factor que sí depende de nosotros mismos, y que mucha gente confunde con el concepto de ‘imagen’, o lo utiliza como sinónimo. La forma de hablar, la ideología que transmitimos a los demás, la ropa que nos ponemos, nuestro peinado, nuestro estilo de vida..., todo ello es identidad, y somos nosotros quienes la creamos.
La Imagen es la idea que la proyección de la identidad genera en nuestros receptores, es el resultado de un proceso comunicativo en el que intervienen numerosos estímulos, en su mayoría emitidos por nosotros mismos, de forma consciente o inconsciente.
La consecución de una Imagen positiva, de un resultado favorable, pasa por el desarrollo de una identidad coherente, lo que nos lleva a su vez a explorar fuentes de información más profundas; una introspección que nos ayudará a conocernos mejor, y construir en base a esa realidad.
Sólo así es posible provocar una Imagen favorable consistente y permanente, que venza a los inevitables flujos de información negativa que tratarán de opacarla, y que sirva de antesala al desarrollo del verdadero liderazgo, el que se produce de forma espontánea, y no forzada o impuesta.