![]() Todos hemos tenido en alguna ocasión alguna idea, plan o proyecto en el que demostrábamos una total confianza, estando seguros de que resultaría exitoso y nos llevaría a un estado superior de bienestar una vez puesto en marcha, sobre todo en el momento en que recibiéramos sus réditos. Sin embargo, pocas personas acaban desarrollando su potencial, o al menos intentan probar si las buenas impresiones eran acertadas. Son muchos los factores que bloquean la capacidad creativa, aunque todos tienen su origen en el miedo. Ese temor acaba transformándose en excusas de todo tipo, que impiden dar el primer paso de un camino que exigirá un gran esfuerzo y cierto riesgo a que no salga según lo esperado. Una de esas grandes excusas es provocada por la comparación en su peor sentido, la sensación de ver ahí fuera a personas que ya han logrado metas similares a las deseadas, y contra quienes resultaría imposible competir en el momento actual. Vemos en este caso un doble error: el de tratar de ponerse a la altura de otra persona que inició antes su recorrido, y el de creer que el hecho de que otro ya haya logrado algo que deseamos, nos resta opciones, como si las ideas fueran recursos limitados.
Normalmente, quien basa la consecución de sus objetivos en la comparación, no hace más que mimetizar a otros, es decir, tratar de imitarles en busca de sus mismos resultados, algo que es difícil que ocurra, pues cada persona se enfrenta a circunstancias muy distintas. Esa mimetización, por tanto, desembocaría en frustración, es decir, otro freno. Compararse suele conducir al bloqueo de nuestra capacidad de desarrollo, la clave es cambiar el punto de vista, dejar de ver rivales o competidores en situación de superioridad, y transformarlos en referentes. Al crear referentes, se elimina el sentido negativo de la comparación, que pretende buscar excusas y reforzar el miedo al fracaso, en lugar de eso, se desarrolla un sentimiento más centrado en el aprendizaje y en la ilusión, en la sensación de que existen guías que facilitan nuestro avance de un modo personalizado que, posiblemente, nos acaben llevando por un camino diferente al previsto, pero igualmente exitoso. Las personas que envidias o admiras no deben ser motivo de frustración, sino oportunidades de crecimiento. No son aquellos a quienes nos tenemos que parecer, son guías que nos ayudan a encontrar nuestro propio camino.
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Miguel Ángel Matilla Blanco: coach, consultor y escritor
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Octubre 2017
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