Con el paso del tiempo, la red de contactos se amplía, recibimos solicitudes de conocidos, antiguos compañeros de clase o trabajo, viejas amistades, e incluso de desconocidos que, por un motivo u otro, decidieron seguirnos o agregarnos. A su vez, nos unimos a los perfiles de empresas, organizaciones y medios de comunicación, ampliando más aún el espectro de emisores que no dejan de lanzarnos información.
El resultado es un espacio que genera un marco temático sobre el que cada vez tenemos menos control, debido a la masificación de contactos y a un nuevo escenario comunicativo basado en la inmediatez y, por tanto, en el continuo flujo de imágenes y contenidos procedentes de esa gran cantidad de emisores, muchos de ellos, contactos únicamente virtuales, con los que no tenemos ningún tipo de interacción directa.
En los últimos tiempos, han aparecido numerosos estudios que profundizan en el negativo impacto emocional que pueden provocar estas herramientas, al contemplar continuamente a personas activas, que no dejan de relacionarse, viajar y obtener éxitos. El impacto de estos contenidos sobre una persona con falta de confianza o autoestima , es muy negativo.
Para muchos usuarios, las redes sociales han dejado de ser un sólo un medio para interactuar con sus seres queridos. El hecho de que la red de contactos crezca considerablemente, convierte el perfil en una potente herramienta de marketing personal. Por tanto, nadie publica información negativa, ni mucho menos fotos desfavorables; las redes sociales son, sobre todo para sus usuarios más asiduos, un espacio en el que construir identidades ideales.
El problema se produce en el momento en que quien recibe continuamente esa información cargada de optimismo ajeno, no pasa por su mejor momento, y se atormenta al compararse con sus alegres contactos, sin pararse a pensar que las vidas de esas personas seguramente no sean tan fantásticas, pues buena parte no son más que proyecciones accesorias de estados depresivos que necesitan satisfacer a su ego. Sin embargo, lo que cuenta es el mensaje que se transmite al marco, lo que alcanzamos a percibir, de manera hacemos extensiva una publicación positiva a la vida de una persona.
Las cosas se complican aún más cuando cerramos etapas, dejamos atrás a personas pertenecientes a una fallida relación sentimental, laboral, de amistad, familiar… Hasta hace poco tiempo, bastaba con alejarse y seguir adelante. Actualmente, con las redes sociales acopladas a nuestra vida diaria, no es así. A la mente le resulta más difícil centrarse en el presente y dejar atrás a personas que pertenecen al pasado, pues éstas siguen ahí, condicionando el estado emocional.
Como ocurre con tantas otras herramientas, las redes sociales resultarán beneficiosas u perjudiciales para la evolución personal dependiendo del modo en que las utilicemos y de la importancia que decidamos darles. Hay quien prefiere usarlas como un medio de interacción con amigos, otros como mero entretenimiento, y un buen número de usuarios, de un modo más profesional.
Para evitar que se conviertan en un quebradero de cabeza, basta con establecer límites. Las redes sociales no son tan relevantes como parecen, al menos para nuestro desarrollo personal e integración. No estar en redes sociales, no significa que no existamos, y no interactuar tanto como otros contactos, no quiere decir que seamos unos marginados.
Perder el respeto a estos espacios es, por tanto, el modo de evitar que se vuelvan en nuestra contra y, así, sacarles un buen partido. Las redes sociales no son un concurso de popularidad, o al menos no deberían entenderse como tal, no es necesario seguir o agregar a usuarios con quienes sabemos que no interactuaremos. Tampoco es un pecado eliminar o bloquear a personas que forman parte de nuestro pasado, y que no queremos en el presente.
Internet es una magnífica herramienta para enriquecer nuestra vida y conocimientos, pero como ocurre con cualquier fuente de información, el impacto emocional de los estímulos percibidos depende únicamente de nuestra interpretación, del modo en que dejemos que pueda afectarnos.