![]() Todos hemos tenido en alguna ocasión alguna idea, plan o proyecto en el que demostrábamos una total confianza, estando seguros de que resultaría exitoso y nos llevaría a un estado superior de bienestar una vez puesto en marcha, sobre todo en el momento en que recibiéramos sus réditos. Sin embargo, pocas personas acaban desarrollando su potencial, o al menos intentan probar si las buenas impresiones eran acertadas. Son muchos los factores que bloquean la capacidad creativa, aunque todos tienen su origen en el miedo. Ese temor acaba transformándose en excusas de todo tipo, que impiden dar el primer paso de un camino que exigirá un gran esfuerzo y cierto riesgo a que no salga según lo esperado.
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![]() El inicio de un nuevo año suele obligar a la gran mayoría de la gente a reflexionar sobre el rumbo que sus vidas están tomando, y qué les gustaría que sucediera a lo largo de los próximos meses. Una buena costumbre que, por otra parte, sería mucho más efectiva si no se limitase a una simple lista de imprecisos deseos, y se convirtiera en un auténtico plan de desarrollo personal al que dar un seguimiento continuado. Uno de los propósitos de año nuevo más comunes es el de ponerse en forma, motivo por el cual la mayoría de gimnasios ven como sus salas se llenan durante el mes de enero, para ir perdiendo afluencia progresivamente con el paso de las posteriores semanas. ![]() Publicaba en este blog, hace unas semanas, un artículo sobre las personas intuitivas, aquellas que viven en un estado esencial, lo que les otorga la posibilidad de interpretar los mensajes de su conciencia para tomar mejores decisiones. Sin embargo, existe otro camino, el del bloqueo y la obstaculización, el del victimismo y el complejo, el de la autodestrucción, al fin y al cabo; y lo que es peor, la necesidad de contagiar esos pésimos sentimientos y actitud al entorno. Me refiero a las personas que piensan que la vida es un camino de sufrimiento marcado por unos pocos momentos de alegría, las mismas que miran con recelo los avances de otros, y excusan el éxito ajeno con calificativos como “suerte” o “ayudas”, para autoengañarse y forzar la validez de su filosofía. Todas ellas pertenecen al grupo de lo que he llamado ‘estados depresivos’, no porque padezcan necesariamente dicha enfermedad, sino porque representan la inevitable oposición negativa a quienes muestran una actitud más empática y animada. ![]() A menudo hablamos de la intuición como un pálpito o sensación repentina, que aparece de la nada y parece indicarnos algo, aunque sin la certeza de que ese presentimiento pueda ser real o no, razón suficiente como para no fiarnos de él. Sin embargo, se trata de una de las herramientas naturales de desarrollo personal más efectivas de las que disponemos, y su reconocimiento puede otorgarnos grandes beneficios. ![]() La cosmovisión que describo en el libro Génesis del Liderazgo (y que sirve de base para entender los planteamientos posteriores) dibuja nuestra existencia como una unidad, un todo en el que cada una de sus partes están conectadas. Esa red infinita permanece en constante movimiento gracias a dos fuerzas opuestas que se enfrentan y se sobreponen continuamente, noche y día, frío y calor, macho y hembra, luz y oscuridad. Dicha dualidad está presente en todo lo que nos rodea, y es especialmente notoria en nuestro propio estado emocional. ![]() Muchas veces se habla de personas de mente abierta y de mente cerrada, utilizamos estos calificativos, sobre todo, en el ámbito político y social, para adjetivar la capacidad de adaptación a nuevas situaciones, o de aceptación de la controversia. Por tanto, se suele dar por hecho que las personas más adaptables son de mente abierta, y las conservadoras, cerradas. Ahora bien, yendo al fondo de la cuestión, la diferencia entre las mentalidades abiertas y cerradas no es una simple divergencia entre ser más o menos conservador, o más o menos progresista; se puede tener un pensamiento conservador y ser una persona abierta, y al contrario. Más bien, se trata de una cuestión de experiencia, de vivencias y, por supuesto, de estudios y lecturas. ![]() Las redes sociales ya forman parte de nuestra vida cotidiana, continuamente repasamos las actualizaciones de nuestro timeline y atendemos notificaciones. Interactuamos con nuestros amigos y familiares, los sentimos más cerca, estén donde estén. Sin embargo, el asentamiento de este nuevo modo de comunicarnos, global y continuo, crea un nuevo escenario que nos expone en todo momento a información deseada y no deseada; así lo demuestran estudios recientes que afirman que la constante exposición a estos espacios puede provocar envidia y depresión en jóvenes y personas de baja autoestima o en proceso de duelo, con sus consecuentes efectos negativos en el equilibrio emocional. ![]() Incertidumbre, miedo, desmotivación, enfado y pesimismo son algunas de las palabras que definen a gran parte de la juventud de hoy en día, no sólo en España, sino en muchos otros lugares del planeta. La crisis económica destruye sueños y expectativas creadas desde muy pequeños, desde esos primeros años en los que escuchábamos promesas que nos animaban a estudiar intensamente, a sacar las mejores notas, para así poder aspirar a un confort que llegaría automáticamente, con sólo mostrar un currículum plagado de éxitos. |
Miguel Ángel Matilla Blanco: coach, consultor y escritor
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Octubre 2017
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