Uno de los nuevos retos que afrontamos en el actual mercado laboral, aún a caballo entre la industria tradicional y la ‘era de la Información’, es la venta de servicios intangibles (al menos en una primera fase), es decir, de ideas, planes, conocimiento, accesos premium a aplicaciones… Así ocurre en el caso del coaching y la consultoría, profesiones que encajan a la perfección en el nuevo modelo productivo, pero pocos le otorgan el valor que merecen por el hecho de no ofrecer resultados palpables de manera inmediata.
A pesar de que para dar a conocer este tipo de servicios es posible aplicar el tradicional concepto de marketing, existen algunas evidentes dificultades a la hora de ofrecerlos. Una de las estrategias más utilizadas a la hora de promocionar intangibles, es disfrazarlos de productos, es decir, venderlos en forma de paquetes que se centran en prometer resultados, pero no tanto en detallar el proceso que llevará a conseguirlos.
A pesar de que para dar a conocer este tipo de servicios es posible aplicar el tradicional concepto de marketing, existen algunas evidentes dificultades a la hora de ofrecerlos. Una de las estrategias más utilizadas a la hora de promocionar intangibles, es disfrazarlos de productos, es decir, venderlos en forma de paquetes que se centran en prometer resultados, pero no tanto en detallar el proceso que llevará a conseguirlos.